domingo, 4 de abril de 2010

EL PERÚ AVANZA ==>?






No es una crítica al slogan del actual gobierno, sino un cuestionamiento a nosotros mismos... a los peruanos. Y porqué acabando la semana santa este loco se pone autocrítico se preguntaran. De seguro le pasó algo recorriendo las estaciones o tuvo una visión durante el sermón de las siete palabras. No nada de eso. Lo que seguidamente narraré me ocurrió el jueves santo de este año y también un jueves cualquiera hace veinte años; y ese es el motivo de estas líneas que comparto. Con motivo del viaje a Chaclacayo cumplí fielmente con lo que dicta el decálogo del buen conductor. Esto es medir niveles, ya saben aceite de motor, liquido de frenos, refrigerante, etc., y por supuesto revisar la presión de las llantas. Esto último, por si acaso, se debe realizar cada semana. Pero en fin, para cumplir con la revisión de los neumáticos acudí, como siempre, a mi llantería amiga, una que está ubicada en un grifo saliendo del Jr. La Punta en La Molina. Este datito es para que no caigan por ahi o si caen obligados por las circunstancias estén alertas. Bueno, el encargado se acerca, hace la rápida medición y detecta que la llanta posterior tenía poca presión. Como es natural el conductor diligente le propone una revisión mas acuciosa y el llantero presto saca la rueda y en ese momento recurre a una práctica que ya creía olvidada y desterrada, y que me transportó veinte años atrás a un grifo de la Av. Faucett donde en la misma situación un muchachito me agujereó la banda lateral de la llanta de mi Totoya Corona SW. Claro en esa época le quise pegar al mocoso, me altere y arme todo un escandalo en pro de la dignidad, de la honradez y no se que mil ideas que me pasaron por la cabeza, todas al mismo tiempo. El jueves cuando observe que el llantero guardo algo en su bolsillo derecho luego de hacer un rápido movimiento sobre la llantita inocente dejé que termine su trabajo. La llanta tenía un hueco pequeño en la banda de rodamiento (un clavito) pero este tipo había logrado, quizás pensado que no lo veía, hacer un hueco en la banda lateral. Felizmente que me vió jodido, sino le hacia cinco como hace veinte años y le echaba la culpa al clásico "sardinelazo" o sino "la rodo baja". Cuando acabó y se lavaba las manos le pedi que me muestre lo que tenía en el bolsillo, antes de pagarle. Dos veces le hice el requerimiento en tono muy educado. El sinverguenza me dijo: "señor usted ya sabe lo que tengo para que quiere que se lo enseñe". Esta vez, mas pausado que hace cuatro lustros, le pregunte si tenía hijos y le dije que ese no era un buen ejemplo para ellos, contando con el asentimiento de su complice, que estoy seguro era mas mafioso que Tony Montana. Cuando el miserable justificó su conducta en la necesidad, supe que cualquier consejo estaría demás y que el discurso que preparaba inspirado en mi experiencia laboral como funcionario público caería en terreno estéril. Es mas cuando pensaba a donde se iba el país y como era posible que esa práctica siga vigente, el "trabajador" (con el perdón de los trabajadores) atinó a decirme sin asco "jefe todo está bien porque le puse buenos parches". Ahi agarre el auto y sali convencido de que el Perú no avanza.

1 comentario:

Unknown dijo...

Interesante post! tiene mensaje, mensaje subliminal,claro; pero mensaje al fin y al cabo. Además aprendí mucho, no sabía que tenía que revisar todo eso antes de irme de paseo,oops!