domingo, 25 de abril de 2010

¿El Estado unicamente destina dinero al pago de las pensiones del sistema público?

A continuación presento el editorial del diario Gestión, de fecha 13 de abril de 2010, y seguidamente la carta enviada por mi, y que fue publicada gentilmente al día siguiente en la sección Buzón, mediante la cual intento aclarar el sesgo de lo opinado por el diario con relación a la intervención del Estado en el sistema público de pensiones (SNP). Espero que después de su lectura el panorama del sistema previsional peruano sea un poco mas conocido.


El arte de subsistir con dinero ajeno

La Oficina de Normalización Previsional (ONP), encargada del sistema estatal de pensiones, se ha propuesto que para "determinado momento" el 50% de sus recursos provenga de los aportes de sus afiliados. El otro 50% corresponderá a transferencias del Tesoro Público, que en la actualidad financia el 65% de las pensiones que la ONP paga a los jubilados que tiene a su cargo. Lo que esta entidad no podrá fijarse como meta es cubrir todos sus requerimientos con recursos de sus aportantes.

Eso sería utópico, puesto que el sistema estatal de pensiones funciona de una manera poco eficiente en términos previsionales modernos: utiliza los recursos que recauda de sus afiliados para pagar las pensiones de quienes ya están jubilados. En otras palabras, los aportantes no poseen una cuenta propia que se acumula en el tiempo y gana rentabilidad, lo que sí sucede en el sistema privado (el de las AFP).

Sin embargo, y pese a ese esquema pernicioso, el número de afiliados a la ONP se ha incrementado en 44% en el periodo 2006-2009, incluyendo 52 mil que decidieron trasladarse de las AFP el año pasado. ¿Por qué muchos trabajadores están prefiriendo un sistema en el que están perdiendo su dinero y en el que sus aportes financian las jubilaciones de otros? ¿Y por qué el Estado está permitiendo que esto suceda, destinando recursos que provienen de la recaudación tributaria, es decir, de todos los contribuyentes?

No estamos sugiriendo que los actuales jubilados deben ser abandonados, pero mientras la ONP se jacta de su número creciente de aportantes, lo que preocupa es que el Tesoro Público tendrá que seguirla financiando. Este círculo vicioso puede tener dos explicaciones: no se está informando adecuadamente a los trabajadores acerca de los riesgos que supone carecer de una cuenta de pensiones propia, o lo que es peor, se les está desinformando.

Y la responsabilidad parece recaer en un buen número de instituciones, empezando por la entidad que regula el sistema privado de pensiones (la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP), la ONP e incluso las propias AFP, además del Congreso. Se requiere establecer pautas para brindar a los trabajadores información clara acerca de los pros y contras de los dos sistemas de jubilación.

SISTEMAS DE PENSIONES

Con relación al editorial del 13 de los corrientes "El arte de subsistir con dinero ajeno", considero pertinente efectuar algunos comentarios y precisiones:

1. Sostener que el sistema estatal de pensiones a cargo de la Oficina de Normalización Previsional (ONP) funciona de manera poco eficiente en términos previsionales modernos, puesto que utiliza los recursos de los asegurados activos para pagar las pensiones de jubilación, es desconocer la evolución de más de cien años que ha tenido la seguridad social como sistema institucionalizado de prestaciones.

2. El funcionamiento de la seguridad social se sustenta en el principio de solidaridad, entre otros, y es bajo dicho principio y el correcto funcionamiento actuarial, que el sistema estatal o público ha logrado autosostenerse hasta que "visionarios" en el año 1992 introdujeron, en una economía ultra liberal, el sistema privado, que en base a una política agresiva de afiliaciones aceleraron la descomposición del sistema estatal. Debe tenerse en cuenta que el sistema de capitalización, propio del sistema privado, carece del principio de solidaridad y de ahí su cuestionamiento como sistema de seguridad social. Ahora con la posibilidad del retorno parcial se incrementa el número de asegurados al sistema público.

3. La Constitución de 1993 reconoce en el artículo 10 el derecho a la seguridad social y en el artículo 11 garantiza el libre acceso a las pensiones en entidades públicas, privadas y mixtas. Por tal motivo, no se puede pedir al Estado que asuma preferencia por el sistema privado en desmedro del sistema público, sino que vele por el eficiente funcionamiento de ambos sistemas y busque su coexistencia natural. En este sentido, desde hace algún tiempo se propone una reforma del sistema de pensiones en función a un sistema multipilar (sistema obligatorio más sistema voluntario).

4. Por último, el Tesoro Público no solo financia parte del sistema estatal que no es cubierto por los propios mecanismos de recaudación o de financiamiento de la ONP, sino que también, mediante dichos recursos, el Estado cubre las pensiones mínimas y complementarias derivadas del sistema privado (Ley 28991), a pesar, que tal como se ha indicado, no opera en este caso el principio de solidaridad y que, al tratarse de un sistema previsional moderno, el Estado no debería efectuar ninguna contribución, dejando al mercado la rentabilidad de las cuentas individuales.

Jaime de la Puente Parodi

delapuentejaime@hotmail.com

Reiteramos lo dicho en nuestro editorial, que es necesario establecer pautas para brindar información clara acerca de los pros y contras de los dos sistemas de jubilación, a fin de que cada quién elija lo que más le convenga.

domingo, 4 de abril de 2010

EL PERÚ AVANZA ==>?






No es una crítica al slogan del actual gobierno, sino un cuestionamiento a nosotros mismos... a los peruanos. Y porqué acabando la semana santa este loco se pone autocrítico se preguntaran. De seguro le pasó algo recorriendo las estaciones o tuvo una visión durante el sermón de las siete palabras. No nada de eso. Lo que seguidamente narraré me ocurrió el jueves santo de este año y también un jueves cualquiera hace veinte años; y ese es el motivo de estas líneas que comparto. Con motivo del viaje a Chaclacayo cumplí fielmente con lo que dicta el decálogo del buen conductor. Esto es medir niveles, ya saben aceite de motor, liquido de frenos, refrigerante, etc., y por supuesto revisar la presión de las llantas. Esto último, por si acaso, se debe realizar cada semana. Pero en fin, para cumplir con la revisión de los neumáticos acudí, como siempre, a mi llantería amiga, una que está ubicada en un grifo saliendo del Jr. La Punta en La Molina. Este datito es para que no caigan por ahi o si caen obligados por las circunstancias estén alertas. Bueno, el encargado se acerca, hace la rápida medición y detecta que la llanta posterior tenía poca presión. Como es natural el conductor diligente le propone una revisión mas acuciosa y el llantero presto saca la rueda y en ese momento recurre a una práctica que ya creía olvidada y desterrada, y que me transportó veinte años atrás a un grifo de la Av. Faucett donde en la misma situación un muchachito me agujereó la banda lateral de la llanta de mi Totoya Corona SW. Claro en esa época le quise pegar al mocoso, me altere y arme todo un escandalo en pro de la dignidad, de la honradez y no se que mil ideas que me pasaron por la cabeza, todas al mismo tiempo. El jueves cuando observe que el llantero guardo algo en su bolsillo derecho luego de hacer un rápido movimiento sobre la llantita inocente dejé que termine su trabajo. La llanta tenía un hueco pequeño en la banda de rodamiento (un clavito) pero este tipo había logrado, quizás pensado que no lo veía, hacer un hueco en la banda lateral. Felizmente que me vió jodido, sino le hacia cinco como hace veinte años y le echaba la culpa al clásico "sardinelazo" o sino "la rodo baja". Cuando acabó y se lavaba las manos le pedi que me muestre lo que tenía en el bolsillo, antes de pagarle. Dos veces le hice el requerimiento en tono muy educado. El sinverguenza me dijo: "señor usted ya sabe lo que tengo para que quiere que se lo enseñe". Esta vez, mas pausado que hace cuatro lustros, le pregunte si tenía hijos y le dije que ese no era un buen ejemplo para ellos, contando con el asentimiento de su complice, que estoy seguro era mas mafioso que Tony Montana. Cuando el miserable justificó su conducta en la necesidad, supe que cualquier consejo estaría demás y que el discurso que preparaba inspirado en mi experiencia laboral como funcionario público caería en terreno estéril. Es mas cuando pensaba a donde se iba el país y como era posible que esa práctica siga vigente, el "trabajador" (con el perdón de los trabajadores) atinó a decirme sin asco "jefe todo está bien porque le puse buenos parches". Ahi agarre el auto y sali convencido de que el Perú no avanza.